Si leísteis mi última entrada, ya sabéis que el pasado 24 de marzo asistí de oyente a la Bookcon de Barcelona para dejar atrás la timidez e integrarme un poco más en el mundo de la creación literaria y, también, seguir aprendiendo de las experiencias de mis compañeras de gremio.
A pesar de que había coloquios muy interesantes, debo confesar que el que esperaba con más ganas era el que trataba sobre cómo elegir los sitios dónde situar una trama, ya que, sí, lo admito, soy una friki de la ambientación. A mí las descripciones bien hechas me dan la vida. El poder viajar desde el sofá de mi casa a la otra punta del mundo sin jet lag ni que la aerolínea me pierda una de las maletas o que alguien me cambie el equipaje y acabe en un episodio de ‘Control de Fronteras’ me parece uno de los mayores logros que una escritora o escritor puede conseguir. Sin embargo, salí de él un poco decepcionada.
Quizá mis expectativas eran muy altas y pensé que iba a aprender el significado de la vida, pero admito que, al acabar, me quedé con dos sensaciones: la primera fue que la mayoría de las autoras excepto una o una y media no valoraban lo suficiente el peso de la ambientación en una novela, independientemente de su género; la segunda, que el público estaba más por las firmas que por el tema en cuestión. ¡Ojo! Ninguna de estas apreciaciones son reproches ni críticas. Tanto las formas de escribir y dar relevancia a los elementos de una narración como todos los motivos para asistir a una conferencia literaria son lícitos. Ahora bien, creo que, en general, hay cierto desconocimiento de lo que es en realidad la ambientación de una novela y por eso no nos paramos a pensar en lo fundamental que es para el buen desarrollo de esta. Veámoslo de otro modo.
En una banda de música podemos encontrarnos a distintos componentes. Pongamos los siguientes: el vocalista, el guitarrista, el batería y el bajista. Cada uno de ellos desempeña un papel dentro del grupo y, si alguno falta, sabemos que la música que toquen quedará “coja”. La gente suele fijarse mucho en si falla la voz, la guitarra o el compás, pero no en el bajo, a pesar de ser el instrumento que refuerza tanto el ritmo como la armonía. En otras palabras, es el que perfecciona y redondea la canción. Pues, en una novela, la ambientación debería ser concebida como la línea de bajo, ya que, sin esta, la historia se queda en una trama desamparada y despersonalizada que, sí, puede tener muy buenos diálogos y grandes personajes, pero, si alguien me presenta una novela que puede suceder tanto en Senegal como en Tomelloso, amigos, tendremos que hacer un pensamiento, porque algo falla.
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Para los de la LOMCE, este señor es Paul McCartney y lo que lleva es un bajo. |
Una vez que hemos entendido el papel de la ambientación dentro de la narración, vamos a ver qué es. Bueno, mejor aún, vamos a explicar qué no es para empezar y así acabamos antes. Sacad papel y bolígrafo y apuntad: la ambientación no es la simple y llana descripción del lugar donde suceden las cosas.
Cuando estructuramos nuestra novela en nuestras libretitas, documentos de Word o las servilletas del bar donde desayunamos y pensamos en la ambientación, lo que se tiende a hacer es elegir el sitio donde vamos a colocarla, buscamos información, fotografías, miramos Google maps, etc. No obstante, lo que realmente estamos haciendo es solo el primer paso de la creación de un ambiente, que es la localización.
El segundo paso debería ser analizar los distintos cambios estacionales y meteorológicos del lugar que hayamos escogido. No tienes que estudiar un máster en Meteorología avanzada, pero el lector no puede tener la sensación de no saber dónde se encuentra cuando está leyendo, ya que lo primero que buscamos en una novela, sea del género que sea, es la coherencia. Imaginaos que queremos situar una historia en Escocia y en toda la narración hace sol, calor de abril a octubre y salen a tomar el fresco por las noches con su silla de playa. Por mucho que todos los apellidos de tus personajes empiecen por Mc- y lleven kilt, yo pensaré que están de vacaciones en Benidorm, no cabalgando por las Highland.
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Este podría ser William McArthur saltando de un acantilado si no te documentaras sobre la meteorología escocesa. |
Por otra parte, y volviendo al tema del clima, también es importante saber qué tiempo hace porque este influye en la idiosincrasia de los personajes. No quiero pecar de naturalista, pero es está científicamente demostrado que, por ejemplo, en los países donde hay menos horas de sol hay un mayor índice de casos de depresión y suicidios. Una buena ambientación también tiene en cuenta su peso en los personajes y cómo los forma y los deforma a lo largo del relato. Un gran ejemplo de ello, y permitidme que tire de los clásicos, son los Gozos y las Sombras, de Torrente Ballester. Además de toda la trama política y la corrupción en la que está atrapada Pueblanueva, la meteorología gallega es un elemento tan relevante que es capaz de trastocar la vida de cada uno de sus habitantes, incluso, la de Carlos, el protagonista, el cual es un señor instruido y acaba cayendo dentro de toda la dinámica del pueblo. Todos los caracteres están empapados por la lluvia, la niebla y las tormentas y agitados por el océano.
Otro detalle que es muy de agradecer es introducir elementos que le den más autenticidad a la trama como son tradiciones y costumbres que forman parte del estilo de vida de los habitantes de la localización que hayamos escogido. Volvamos a los ejemplos:
Tenemos una novela que la queremos situar en un pequeño pueblo de la costa oeste de Irlanda. El folclore celta es uno de los que todavía están más presentes en su población, especialmente, en la parte noroeste, donde se concentra el mayor número de hablantes de irlandés de toda la isla. Además, debemos pensar que es una comunidad donde el catolicismo tiene mucho poder en la vida diaria, sobre todo, en el medio rural. Si a lo largo de nuestra narración vamos añadiendo de forma natural algunas pinceladas culturales, estaremos enriqueciéndola y consiguiendo una ambientación que traspase los límites de la mera localización.
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Chiste cultural gratis |
Finalmente, os voy a dar un último consejo con el que la ambientación de la novela quedaría para ponerle un lazo y regalarla para Reyes y es la forma de comunicarse de los personajes. Al igual que sucede con el clima, el lugar donde viven nuestros protagonistas y secundarios influye en su forma de concebir el mundo y, por consiguiente, en las maneras que eligen para relacionarse con los demás. Una de las bases de la Lingüística cognitiva es que los seres humanos establecen sus códigos comunicativos dependiendo de la cultura y tradiciones que los rodean, por eso en la literatura hispanoamericana, a pesar de estar escrita también en español, encontramos estrategias pragmáticas, ya no gramaticales ni léxicas, que en España no usaríamos en el contexto que nos proponen. Quizá algunos estaréis leyendo esto y pensaréis que estoy rizando mucho el rizo, que para situar una novela no hace falta tanto, pero ya que me he pasado todo el artículo poniendo ejemplos, voy a poner otro más.
La nueva novela que vamos a escribir hemos pensado que va a ocurrir en Japón, un país completamente jerarquizado, con cientos de normas sociales y con uso de la cortesía muy diferente al que se tiene en occidente. Sin embargo, hemos decidido obviar todo esto y hemos escrito los diálogos, las relaciones interpersonales, etc., desde nuestra propia perspectiva sociolingüística y pragmática. Lo que habremos conseguido con ello, además de múltiples faltas de respeto, es, de nuevo, una preciosa muestra de incoherencia narrativa, ya que Yamada, el contable de la empresa, en la vida real, nunca podría dirigirse al señor Yoshizawa, el presidente, como si fuese su vecino del quinto. Esto también forma parte de la ambientación.
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Los tres fantasmas que me hacen llorar todas las noches. |
En conclusión, la ambientación, como ya he dicho, no es a ver dónde coloco mi historia, describo lo bonito o feo que es todo y ya está, sino que es un elemento que afecta tanto a la localización y a los personajes como a la misma forma de escribir la novela. Así que, desde aquí hago un llamamiento a los defensores y defensoras de la creación de ambientes vivos, a aquellos que os ponéis a hablar con lugareños que no conocéis de nada, pero no sois capaces de dirigirles la palabra a vuestro compañero de mesa en la oficina y con el que compartís idioma, a los que devoráis libros de autores autóctonos para saber cómo piensan de primera mano: no estáis solos. Nuestro trabajo de campo es el "Avecrem" de nuestras novelas, es el aprendizaje dentro del entretenimiento, un plus inesperado que siempre nos será agradecido por alguien.
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